Ballester y la infinitud del arte

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Patricio Depianti ofrece en su taller de arte, clases para todas las edades.

Villa Ballester siempre fue cuna de grandes artistas como Ceferino Carnacini y Carlos Ripamonte, además de semillero de reconocidos vecinos que se destacan en diversas disciplinas artísticas y espacios artísticos.

Y uno de esos ámbitos de aprendizaje es “El Estudio”, el taller de artes del Prof. Patricio Depianti, en Prof. Aguer 4809 de Villa Ballester, donde brindan clases de dibujo, pintura, escultura y grabado para alumnos de todas las edades desde 2008.

La historia de Patricio en Villa Ballester viene de lejos, cuando sus bisabuelos llegaron desde la Capital Federal en busca del mejor clima que se respiraba en el barrio, con su local de fabricación de café. “Mi bisabuelo se tomó un tren, bajó y se enamoró del lugar. Compró una casa e instaló la primera casa de café de Villa Ballester, a la que llamó El Yaraví”, contó Patricio a este medio.

“Mi otra rama de la familia se dedicó a la cultura y fundó la Biblioteca Bernardino Rivadavia con otras personas. Mi abuelo inició las primeras muestras de pintura de Villa Ballester. Fue muy amigo de Carnacini y Ripamonte”, recordó. 

“Entendí por una parte de mi familia lo que significaba tener un negocio, dando el mejor servicio posible, y por la otra veía los cuadros y me atrapó la pasión por la pintura. Con lápices y crayones empecé a reproducir lo que veía en los cuadros”, relató.

Con la mirada puesta en la pintura clásica de Da Vinci y Miguel Ángel, tanto del Renacimiento como del período Barroco, Patricio comenzó a destacarse en la escuela secundaria en el Colegio José Hernández con una profesora que le enseñó con un método clásico. 

Luego del paso por el secundario, donde “siempre elegían mis cuadros para los torneos”, comenzó a estudiar arquitectura naval, pero luego se inclinó por lo artístico y se anotó en la escuela de artes visuales Antonio Berni de San Martín, donde egresó como profesor superior especializado en pintura, escultura y grabado. Luego egresó de la carrera de diseñador y realizador escenográfico.

“Trabajé dando clases en centros culturales y también en teatros independientes. Años después mi tío desocupó el local de café y comencé a dar clases acá. Así empecé con el taller, comenzaron a llegar alumnos, en 2008. La gente empezó a ver la seriedad con la que trabajaba y lo que iba transmitiendo”, destacó.

El número de alumnos comenzó a crecer y hoy “hay gente que lleva quince años viniendo, que lo toma como una terapia y que lo necesita para expresarse; es su espacio para aprender y hablar. Hay alumnos de todos lados”, aseguró.

El taller de arte se destaca por sus clases de pintura y muchos alumnos llegan “con la idea de distenderse”. Otros vienen con la iniciativa de dibujar cosas más específicas, como figuras humanas. “Mi mujer Andrea da clases a los más chicos, a partir de los 6 años, con técnicas más básicas para aprender”, contó.

"El arte produce un cambio en la gente. Yo no podría vivir sin esto. Mi vida sería demasiado monótona y vacía”, expresó en referencia a la importancia de cultivar el arte y la cultura. “Siempre estoy conviviendo con el arte, es una necesidad, ya sea haciendo un cuadro o una escultura. El arte es encontrar felicidad en las cosas sencillas, conectarse con los orígenes y la tierra. El arte es infinito”, completó.