Octubre Rosa, prevención y concientización

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Mañana, 19 de octubre, es el Día Internacional de la Prevención del Cáncer de Mama.

Octubre es el Mes Rosa porque fue establecido por la Organización Mundial de la Salud - OMS como el “mes de concientización sobre cáncer de mama”. Y si hablamos de esta enfermedad que en la actualidad es la segunda causa de muerte de las mujeres en la Argentina, según estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer, (la primera es la cardíaca), es inevitable no referirse a LALCEC - Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer, cuya base es “trabajar en la prevención”, como recordó a este medio, esta semana, María Isabel Fredes o “Susy” como la conocen todos, una de las voluntarias más antiguas de LALCEC San Martín.

La sede de San Martín abrió hace más de 60 años. Actualmente cuenta con unas 8 voluntarias en actividad, una secretaria y una persona para la limpieza. Allí funcionan consultorios abiertos a toda la comunidad de atención ginecológica, dermatología, yoga, pedicuría, cosmiatría, mastología y ecografía, por un bono contribución de 10 mil pesos.

Las necesidades son muchas, desde médicos hasta voluntarios, desde artículos de limpieza hasta dinero en efectivo, toda colaboración ayuda a poder continuar. Día a día se van paliando, pero sin duda sería muy beneficioso el acompañamiento de alguna empresa, lo cual cuesta mucho conseguir porque “el cáncer no vende”, dice Susy, con cierta resignación.

LALCEC San Martín trabaja en la prevención y acompaña. “La contención nos diferencia del resto, porque si no seríamos un policonsultorio”, dice Susy junto a Cristina Pane, vicepresidente de la institución, donde se atiende los lunes y miércoles. Su sede está en Pueyrredón 4243, a metros de Ruta 8. Allí trabajan las voluntarias con gran dedicación y mucho amor. 

Otra de las singulares tareas de LALCEC San Martín es el banco de pelucas, que comenzó hace más de 20 años. 

“Cuando te dicen ‘vas a hacer quimio’ lo primero que uno pregunta es si se me va a caer el pelo, no qué sobrevida voy a tener. El primer mechón que se cae, en la ducha, que se pega en el cuerpo o cuando te levantas y está el pelo en la almohada es el primer contacto con la enfermedad, porque la enfermedad no se ve en muchos casos, no da dolor, pero ahí, en la caída del pelo, está”, cuenta Susy desde la propia experiencia, sabedora de lo importante que es contar con una peluca o accesorios para pasar mejor esa etapa.

“Estoy vieja gracias a Dios” dice con una sonrisa y un amoroso tono de voz. Ella, con sus 72 años, colabora hace más de 20 años en la Liga sanmartinense. Allí comparte su experiencia y acompaña a quienes se enferman y transitan el cáncer. “Tengo 25 años de cáncer de mama con un vaciamiento axilar total, pasé quimio, rayos”, dice. 

“En estos 25 años vi crecer a mis hijos, tuve nietos, sí se me cayó el pelo, en aquella época hacíamos quimios y rayos a la par, vengo de la antigua bomba de cobalto y lo superé”, cuenta con una fuerza interior que contagia esperanza, con el propósito de alentar y ayudar a quien lo necesite. Su decisión de convertirse en voluntaria de LALCEC nació casi inconscientemente, cuando estaba internada para ser operada y vio en televisión largas colas de pacientes en el Ministerio de Salud pidiendo por su medicación oncológica. “Me asusté por lo que me esperaba, pero cuando llegué a la clínica a operarme tenía una caja lacrada de la obra social con mi nombre con la medicación para todo el tratamiento y dije qué inequidad. Pensé que tenía que hacer algo y, cuando terminé el tratamiento, empecé a trabajar acá”, recuerda quien hoy además es la gestora del banco de pelucas de San Martín.

Una vida dedicada a acompañar

“Cuando empecé a trabajar por la inequidad, surgió una beca de la Unión Internacional contra el Cáncer para formar gente para el grupo Vencer y Vivir. Debíamos ser resilientes de cáncer y hacer una capacitación de 2 años y medio con pasantías en el Hospital de Clínicas y en el Rivadavia, nos capacitamos en el acompañamiento. Comenzamos más de 30, terminamos sólo 5, y hoy soy la única que trabaja”, relata.

Durante años trabajó de voluntaria en el Rivadavia. Además, junto a la Cámara Argentina de Cosmética y Perfumería de la República Argentina llevaban adelante el programa Luzca bien, siéntase mejor, que consiste en enseñar automaquillaje a las pacientes. “Durante años lo trajimos a San Martín, fuimos la única sede de LALCEC que lo tuvo”, recuerda con añoranza. Ahora esperan retomar el contacto con la empresa local Millanel, con quien ya estaban en tratativas antes de la pandemia para ponerlo en práctica en San Martín.

“Nunca decimos que no es nada, porque para el que recibió la noticia (de la enfermedad) es mucho”, dice Susy quien invita a los vecinos que deseen sumarse a acercarse al voluntariado. 

“La mirada del otro es fundamental y condiciona. La enferma se preocupa por su pareja, por sus hijos, por la reacción. Les decimos que hablen, que digan que están peladas porque se están curando”, recomienda Susy. Y por eso en LALCEC San Martín tienen y preparan pelucas y accesorios para prestar y maquillaje para regalar a las pacientes. Les enseñan a verse mejor, las acompañan en el proceso de recuperación, en el día a día. Y, para seguir con esta valiosa tarea necesitan de la colaboración de todos. Reciben donaciones de cabello de 20 cm o más, cabezales de pelucas, pañuelos de algodón para hacer torzadas y bijouterie para confeccionar turbantes y accesorios.

Quienes deseen acercarse en busca de pelucas u otro material o hacer donaciones, pueden escribir por WhatsApp al 1135818936. Allí Susy atiende, escucha y explica con qué cuentan “para no crear falsas expectativas”. “La peluca da seguridad para salir, lo cómodo es el pañuelo. También incentivamos al maquillaje para que la imagen que les devuelve el espejo sea mejor”, resume Susy. 

Para terminar, asegura que es fundamental cómo el hombre acompaña a la pareja, a la hija. “La mirada del hombre es importantísima”, afirma. Y, desde la experiencia, con resiliencia y amor, dice: “Acompañar sin invadir es fundamental, hay que respetar los malos momentos. El que acompaña quiere ver bien al paciente, cuesta mucho ver una persona querida en cama enferma, pero no hay que decirle ‘levantate, vos podés’. No, al contrario, tal vez sacarle él mismo la peluca y decir ‘qué linda cabeza tenés’ o, ‘yo sé que estás mal, pongamos un poquito de música, abramos la ventana’, contarles algo, respetarles el cansancio que da el tratamiento y, decir ‘estás linda’ cuando a lo mejor no lo está…”